lunes, 28 de agosto de 2017

Parte 5 - De cómo funciona el miedo

Está subyacente.
A veces ni siquiera te das cuenta.
El miedo es disciplinador.
A mi viejo le gustaba decir que él no necesitaba pegarnos, cuando éramos chicas, que con una miraba bastaba, para que nos quedemos quietas.
Porque sabíamos lo que significaba esa mirada.
Y lo que significaba era...
No sé... lo único que sé es, el miedo que generaba que nos pueda hacer esa mirada... y el miedo paraliza... la amenaza y el miedo... no necesitaba pegarnos, con esa mirada era suficiente.
Lo que sí sé es que si se enojaba, pasaba que empezaban los gritos, las puteadas, son unas mierdas... tantas veces me dijo que era una mierda...
Y el punto culminante del show de terror cuando empezaba a romper cosas, a tirar todo...
no, nunca me pegó...
no era necesario.
Y el pacto de silencio.
Una vez, como cualquier criatura que habla y cuenta, le conté a una vecina uno de esos episodios... no sé cómo o qué comentario hizo la vecina, que llegó a sus oídos que había contado...
y así aprendí de una vez y para siempre que lo que pasaba adentro de casa no se decía a nadie.
Tampoco se decía dónde trabajaba él, era un “empleado del estado” eufemismo para que los terroristas no supieran que era de una fuerza de seguridad, porque era peligroso, porque iban a querer matarlo y a nosotras también.
El miedo al otro.
Nunca sabíamos cuándo iba a estallar, ni por qué motivo.
Vivíamos con esa amenaza constante colgando sobre nosotras...
Podía ser un intento de chiste lo que hiciera estallar todo...
Una Navidad, para hacerle un chiste, pusimos un disco de Julio Iglesias, si, no es un buen chiste, la reacción de él fue empezar a los gritos y una colección de discos de pasta fueron mostrando uno a uno la poca resistencia que tenían a los golpes... porque cuando caían se quebraban como vidrio... también ese día pudimos comprobar la resistencia de los vinilos, tuvo que hacer un gran esfuerzo para poder quebrar un disco de esos de Alta Tensión, todo de colores...
Fueron varias las fiestas que pasamos con mi hermana, la dos encerradas en la habitación, casi a oscuras y en voz baja, brindando con gaseosa...
La amenaza era constante...
Como pasó a nivel país los primeros años de democracia, el miedo a que vuelvan, el miedo a otro golpe... ¿se acuerdan?
Era una democracia muy jóven y siempre estaba esa espada de Damocles colgando sobre nuestras cabezas.
El miedo a un nuevo golpe... con eso nos tuvieron disciplinados hasta el 2001 que estalló todo.
Primero empezaron los piqueteros, después estalló todo...
Ahí hubo un corte con ese miedo y empezamos a salir a la calle.
Y ahora tenemos un detenido desaparecido, una desaparición forzada; y vuelve el miedo... y eso es lo que buscan, disciplinar.
Es muy sintomático que desde el ministerio de inseguridad nieguen todo... gendarmería recibió órdenes...
¿Cuáles fueron esas órdenes?
Literales, ¿cuáles fueron?
¿Cacen a uno y lo guardan?
¿o qué?
Yo hoy escribo esto, cuento situaciones de mi vida privada familiar, porque como tantos veo lo que se viene.
Yo sé cómo piensa esta gente, sé el desprecio que sienten, por el otro.
Yo hoy repudio y sufro por el accionar que pudo haber tenido mi viejo durante la dictadura.
Que tu papá haya sido un torturador, un asesino, un genocida, es muy dificil de asimilar... te marca y mal.
En mi caso se comportaba en familia como la dictadura se comportaba con el pueblo. Ejerciendo el terror... instalando el miedo... instalando la desconfianza con los otros...
Y cuando empezás a darte cuenta que tu papá fue un genocida, y cuando el contexto socio político empieza a ser el que hoy vivimos, con la certeza de que volvieron, entendés que el individualismo no existe, que es el gran verso y la mentira mejor instalada del capitalismo, porque no hay forma de separar lo individual de lo colectivo, de lo socieal, estamos en contacto constante, interactuamos unos con otros constantemente...
Y ese que era mi padre que me tenía aterrada ejercía ese mismo terror sobre los detenidos desaparecidos y era uno de los engranajes de la maquinaria de terror que se cuenta en los libros de historia.
Y hoy yo, como hija salgo a hablar, a romper ese pacto de silencio impuesto, porque no se puede permitir que vuelva a ocurrir un genocidio, como ya pasó.
Lo individual y lo social que e mezclan constantemente.
Porque los involucrados nunca se arrepintieron, y son los mismos ideólogos de todo eso los que volvieron.
Y por eso lo desaparecieron a Santiago, para hacernos volver a tener miedo, para disciplinarnos, porque gran parte de este pueblo, empezó a sentir que tenía derechos y se volvió a militar y la política, entendida como herramienta para lograr la justicia social, volvió a ser protagonista...
y eso los amenza a los dueños de todo, por eso quieren hacernos sentir miedo, para paralizarnos..
Yo dejé de tenerle miedo a mi viejo cuando logré entender que sus brazos llegaban sólo hasta sus manos... no eran infinitos.
Y me fui a vivir sola, y a buscarme mi vida...
Una vez que le perdés el miedo al “monstruo”, y lo empezás a ver en su justa medida... no vuelve a asustar más, y teniendo en cuenta el terror que ya pasaste... y... van a tener que esfrozarse para volver a asustarte... de alguna manera se crean anticuerpos.
Como sociedad también, estamos angustiados y espantados con lo que pasa, pero no dejamos de gritar de preguntar, llorando, lagrimeando y puteando, con los dientes apretados y la garganta agarrotada, pero gritando, todos como pueblo la pregunta que atraviesa, ¿dónde está Santiago Maldonado?

Y no nos van a callar.

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