Logré ponerme en contacto con
“Historias desobedientes y con faltas de ortografía” el grupo de
feibu dónde se juntan hijas e hijos de represores.
Todavía el contacto es virtual, no
pude ir a un encuentro pero para la próxima será en persona.
El afecto con el que me recibieron me
desarmó... miles de abrazos virtuales.
El juntarse sana, ayuda.
Y los recuerdos de situaciones, y el
sentido de los mandatos.
Y cómo todo tiene que ver con
disciplinar.
Una de las prohibiciones con las que
vivíamos, mi hermana y yo, era que no podíamos tener amigos.
Tu única amiga es tu hermana, era la
órden.
Una noche que llega mi padre de
trabajar me encuentra con que me había lastimado, y me pregunta
cómo.
Y yo criatura, no sé si llegaba a los
6 años, le digo que estabamos “con una amiga andando en bicicleta
y me caí”... y estalló el mundo... una de sus rabietas... empezó
a los gritos que nosotras no podíamos tener amigas, que cómo puede
ser, la increpó a mi vieja por dejarnos salir a jugar afuera, y todo
el caos que se armaba cada vez que algo lo enfurecía, y empezaba a
tirar cosas y a romper.
Y ya por, quién sabe cuántos días no
hablaba con nadie.
El miedo constante de nosotras de no
saber qué poder decir o no decir por las explosiones de carácter
que rompía todo y después era el silencio, andar todos de punta de
pié porque no sabíamos qué podría desatar un nuevo estallido.
A mi nunca me pegó, no era necesario.
Ya de grande fui encontrando verdaderos
amigos que me regaló la vida y fui entendiendo el “pecado” de la
amistad, que alguien te aprecie sin juzgarte y que te quiera
incondicionalmente.
Y ahora encontrando a mis nuevas
hermanas, entiendo lo “peligroso” que puede ser tener amigos,
juntarse, hablar de la realidad que no se quiere, y buscar cambiarla,
y lo más peligroso de todo, entender que una no es la única que
piensa así.
Solos y aislados dificilmente se pueda
hacer algo... por eso es tan peligroso tener amigos.
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