miércoles, 12 de diciembre de 2018

¿De qué hablamos cuando hablamos de patriarcado?

Por ejemplo… en el inicio de la vida.

Ropita rosa para las nenas, ropita celeste para los varones.

Juguetes: muñecas para las nenas, o jueguitos de te, o miniaspiradoras; y camiones, o pelotas, trajes de superheroes, para los varones.


¿Por qué?


Así empiezan los mandatos, el acostumbrarte a un rol, en la vida.

Hay una división sexual del trabajo y de la actuación en lo social.

Tareas asignadas a cada género.


¿Y qué pasa para quienes no caben en esas categorías?


A mi me gustaban los camioncitos, cuando era chica… pero solamente me regalaban uno cuando estaba enferma…

Porque la mujer nace para casarse y tener hijos.


Obviamente los tiempos, podemos decir que están cambiando un poco, pero a fuerza de lucha.

Y en estos momentos de visibilización de la lucha por la igualdad, esos sectores que sienten que pierden privilegios, están más violentos que nunca, cualquiera que ande por la calle con el pañuelo verde lo puede percibir.

Y cualquier mujer, o cualquier trans o travesti, también lo puede ver.


Muchas veces en conversaciones sale la pregunta, ¿qué piensan las mujeres?


Y mi respuesta, hasta puede sonar absurda, pero en ese absurdo de la respuesta se puede evidenciar lo absurdo de la pregunta, porque lo que respondo es:


Te voy a develar un secreto: las mujeres somos personas, con todo lo que esto implica. Las mujeres no somos una masa en red dónde todas pensamos con un solo cerebro… no, somos personas individuas, y depende cómo es cada persona cuál es su pensamiento.


Por un momento tratemos de imaginar que esa división entre hombres y mujeres, se cae.

Y acá cabe incluir a las diversidades sexuales… lesbianas, gays, travestis, transexuales, transgénero, bisexuales, intersexuales, y todas las personas que pertenecen a esas diversidades, y ademas son pobres. Que ya con el hecho de ser, solamente, rompen todos los moldes y por eso el patriarcado les persigue, les discrimina, les margina.


Porque el patriarcado necesita que seamos o mujeres o varones, y que cada une cumpla con el rol que tiene asignado.


Entonces los varones, fuertes, importantes, que pueden dedicarse a las matemáticas o las ciencias duras, manejan el mundo; mientras las mujeres, abnegadas, sumisas, obedientes, bonitas, casi etéreas, les cuidan a sus hijes, y la casa, y hacen del mundo un lugar cómodo para que estos varones puedan seguir con las cosas serias, y manejar el mundo.


Y los varones tienen necesidades… y también algunas de las mujeres deberán cumplir el rol de ser las putas que ellos necesitan, para satisfacer esas necesidades, porque con la madre de los hijos hay cosas que no se hacen. Las opciones para las mujeres son puta o ama de casa.

Yo sé que en estos tiempos esto puede oler a naftalina, pero todavía el insulto que te tiran de primera es “puta”.


¿Por qué esta división de roles?


Porque el capitalismo lo necesita para sostenerse.

Así como necesita a la clase obrera, para ser explotada, y que alimente el capital, necesita a las mujeres para reproducir y seguir gestando mano de obra, y para que los varones que tienen sus “necesidades” tengan dónde descargar sus frustraciones. Necesita que los varones sientan su superioridad sobre las mujeres, que están para ellos, para servirlos, es una manera de sentir el poder del amo, teniendo sus propias súbditas. Y así se mantienen tranquilos mientras siguen alimentando al sistema que los desangra.


Las jerarquías, acá, en este ámbito todes conocemos como se manejan las jerarquías, el soldado raso, el vigilante, el marinero, tiene encima un superior, que es quien se encarga de basurearlo, porque tiene el poder, y quién está en ese lugar se cree que “se merece ser aporreado”, y ese superior tiene a otro encima; para los suboficiales un oficial es el superior y así toda la ristra.

Cada uno tiene uno abajo a quien aporrear y a otro arriba que lo aporrea. Y así está establecido y así se hace.


Mi padre era suboficial principal, y era la autoridad máxima entre la familia, y la ejercía, no se podía contradecir las órdenes… por motivos que no vienen al caso una vez presencié cuando conoció a uno que era… mejor dicho que decía ser comandante de no sé qué de aviación… y ahí ví cómo toda la autoridad que ejercía mi padre sobre nosotras, se convertía en servilismo hacia ese supuesto comandante que terminó siendo un chanta.


Las dictaduras que se impusieron durante los 70 tenían el objetivo de implantar un sistema político económico y eliminar todas las resistencias. Tenían que imponer el capitalismo cueste lo que cueste.

Y el patriarcado, es una pata fundamental del capitalismo. Lo sostiene, hace que cada pieza cumpla con la función que le corresponde.


Para eso se ejerce la violencia, para imponer el miedo, para lograr obediencia. Para disciplinar.

Es lo que hicieron las dictaduras con la población. Es lo que hacen los machos sobre las mujeres, y las diversidades sexuales.

Y a quién no acata o no se adapta; se le mata.

Y de paso esa muerte, cuanto más violenta y más cruel sea, más va a servir como ejemplo para disciplinar al resto.


Y acá es dónde es fundamental la desobediencia.

Estamos condicionades por los mandatos sociales, que están tan internalizados que ni se cuestionan.

Acatamos, al superior impuesto con un criterio de autoridad… que ni siquiera es nuestro.

Por eso creo que es tan importante cuestionar todo y hacernos de nuestro propio criterio. Por eso es tan importante desobedecer.


Estamos viendo en el mundo una nueva ola de derecha que se está derramando, pero también hay una marea verde que se está esparciendo por el mundo, y que es el resultado de las luchas que las mujeres y las disidencias vienen llevando a cabo hace muchos años, que ahora está estallando y se está diseminando.

Una marea verde que está haciendo temblar las bases del patriarcado, porque una vez que una conciencia se despierta, ya no es posible callarla. Y somos muches, estamos juntes, y somos desobedientes.

Muchas gracias.


Lorna Milena
Ponencia para el Primer Encuentro Internacional de Historias Desobedientes
24 de noviembre de 2018, Facultad de Ciencias Sociales